Las familias son un lugar seguro para muchos, pero para las personas de la comunidad LGTBQ+ representan el 35% de la violencia que sufren. Ser gay o lesbiana en Perú conlleva no poder sentirse seguro de hablarlo en la intimidad del hogar. Tal y como la educación viene desde casa, la discriminación y la homofobia también. ¿Las familias peruanas pueden evolucionar hacia un entorno seguro para hablar de sexualidad e identidad de género?
Alejandra Sifuentes es estudiante de derecho y próximamente se graduará, tiene excelentes notas y cualquiera creería que sus padres están orgullosos de ella. Cuando reciba su diploma deberá agradecer a sus profesores y a sus padres por haberla guiado, protegido y apoyado. Luego de regresar de la ceremonia se quitará el vestido y llorará al haberle mentido a todos. Sus padres nunca la apoyaron, ella era lesbiana.
Según datos de Promsex, de cada 10 mujeres lesbianas, 4.5 han sufrido violencia familiar producto de su orientación sexual.
Hogar infernal
Según Promsex, de cada 10 mujeres lesbianas, 4.5 han sufrido violencia familiar producto de su orientación sexual. La cual va desde la violencia psicológica hasta, en casos más turbios, la violencia física. Ser diferente es un pecado para los padres y madres del Perú. El estado es cómplice de estos terribles actos de violencia, pues a día de hoy no hay medidas claras en contra de los crímenes de odio perpetrados hacia las personas de la comunidad LGTBQ+.
Alejandra descubrió su sexualidad desde muy temprana edad, su padre la solía tildar de machona y su madre le compraba todo tipo de juguetes y vestidos rosa para poder convencerla de que ella era una mujercita, y debía sentir, pensar y comportarse como tal. Conforme pasaban los años, la paciencia de sus padres se terminaba, hasta el punto de insultarla constantemente por relacionarse con otras mujeres. Ella, a ojos de sus progenitores, era un fenómeno que cometía aberraciones que ensuciaban el apellido.
Viejas y malas costumbres.
Cuando los padres mandaban a sus hijos afeminados al prostíbulo para "hacerse hombres" o cuando a las adolescentes lesbianas les decían frases lapidarias como "voy a mandar a violarte para que te vuelvas mujer", se perpetuaba un sistema en el que la figura de los padres era un ente rector opresor y violento en el que se podía encontrar de todo menos un lugar para hablar de sexualidad e identidad.
Un hecho que devolvió la esperanza en la comunidad LGTBI peruana ha sido la aprobación del matrimonio homosexual en Estados Unidos, que ahora está fortaleciendo sus bases para impulsar el matrimonio igualitario. Desde el año 2000, 22 países han legalizado el matrimonio homosexual. Es importante celebrar los avances en países como EE. UU, pero es importante que no nos olvidemos de que aún hoy, en países como Perú, cada semana una persona homosexual muere asesinada.
Familias del nuevo milenio
Alejandra no podrá nunca invitar a sus padres a su boda, pues ellos no solo no van a querer asistir, sino que además le increparán usar traje cuando su madre usó vestido. Aceptar este tipo de situaciones es lamentablemente una opción saludable. El confrontamiento a los padres y a la familia suele traer consecuencias peores. Queda la esperanza de que las siguientes generaciones no repetirán los mismos actos de violencia y cada vez sea más normalizado que la familia sea el principal lugar de encuentro para las personas de la comunidad LGTBQ+ y no el miedo constante a ser juzgados, desheredados o maltratados.
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