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Ching Lu Gar Aki

Foto del escritor: Leonardo BravoLeonardo Bravo

Todos los peruanos tienen alguna anécdota con el entrañable 'chinito de la esquina', pero algunos prefieren que se quede en su esquina. Más de 30 mil inmigrantes chinos residen en el país; casi el 10% de los peruanos tiene descendencia china. ¿Quién no comió en un chifa o visitó la calle Capón? Sin embargo, existe una invisible discriminación hacia la comunidad china. La sombra del racismo los tiene reducidos a una simple minoría y no al pilar de la sociedad que son en realidad.


Capón, cualquier día de la semana


Despertarse un sábado en la mañana y asistir a la concurrida y emblemática calle Capón es una asignatura obligatoria para cualquier limeño que se respete. Recorrer los negocios que venden maravillas de la ingeniería trucha, abrir una galleta de la fortuna y descubrir que se es cornudo, echarle harto sillao a la sopa wantán, y un largo etcétera. Pero de pronto, un niño se queda demasiado tiempo mirando a la anciana de ojos rasgados que atendía una de las tiendas, los padres no se dan cuenta, el niño la señala y ríe.


Luego, un señor de percudida camiseta se para de su asiento y se dirige hacia el mostrador, mira al joven de cabellos parados y sin sospechar que aquel muchacho sabe hablar español mejor que él, se dirige hacia la peruana mesera y pide una Inka Kola. Ver a alguien tan diferente hace olvidar a algunos que todos somos peruanos.


El chino que se quede en su esquina


La popular frase del “chinito de la esquina” hace alusión al cariño y a lo bien posicionado que está el ciudadano chino en la mente de los peruanos, sin embargo, los limita a un rol secundario en la sociedad. O bodegueros o chiferos, no hay más.


La desconfianza que los peruanos reflejamos en otras etnias y países no es ajena a los chinos, las burlas por la apariencia, las acusaciones de que comen ratas o perros y recientemente el peso de ser los responsables del Covid. Muchos peruanos no perdonaron que un ciudadano de Wuhan (ciudad de la que nunca habían oído) nos mandase al encierro por hacer una sopa de murciélago. En los primeros días de la pandemia se extendía un odio exacerbado hacia los chinos de todas las latitudes.


¿Chijaukay o Tipakay?


Gran parte de nuestra envidiada gastronomía se debe a la influencia que varios países asiáticos como China tuvieron en el Perú. El lomo saltado no sería más que carne con papas fritas sin el sillao o el wok. Nuestra diversidad cultural se enriqueció gracias a los chinos. El 35% de los peruanos consume comida chifa de manera diaria o semanal. La comunidad china está tan presente en nuestro estómago, pero quizás muy poco en nuestra mente.


¿Qué podemos hacer? Simple, mirar al chino como él nos ve a nosotros, como un peruano más. Uno que vive, llora, ríe o muere bajo el mismo sol. Después de todo, tenemos mucho en común, ambos perdimos una guerra contra un país vecino más pequeño que se creía superior.


En el Perú residen alrededor de 30 mil inmigrantes chinos


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